2010

Hola, bienvenidos a esta trinchera, si es que hay alguien que viene...los fantasmas inexistentes y yo les damos la bienvenida. Un saludo y déjense sumergir en las entrañas...

jueves, 15 de octubre de 2009

Recordando a Tarkovsky, a las 5:56

¿Qué nos quiere decir Tarkovsky con la última escena de Stalker? ¿Necesitamos pruebas para volver a creer? Si creemos hasta ver la última imagen , eso no es fe.
Una escena enigmática como la fe misma...

jueves, 1 de octubre de 2009

1 Año

!Vaya! Ni me había dado cuenta que ya cumplimos un año. Creo que me siento orgulloso de ti blog, espero que pueda seguir llenándote años y años más, aunque sólo seamos tú y yo, creo que lo disfrutamos mucho, al fin y al cabo siempre hay fantasmas inexistentes que leen esto y creo que ellos también debe estar festejando.
Un brindis por ti, bebé blog.

!Larga vida! !Salud y Felicidades!

jueves, 24 de septiembre de 2009

Recordando a Baudelaire, a las 8:08

El «yo pecador» del artista
¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.
¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.
Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame! ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.

lunes, 21 de septiembre de 2009

A MEDIANOCHE ME ATERRO DE MI DESPRECIO

No sé por qué soy un imbecil que desprecia todo lo que le da Dios y aun así le pide más. Busco entre las migajas del mundo.
Vagando por noches sombrías, me pierdo a mí mismo. Tiro por la ventana mis anhelos y me encierro en la nada.
Desde mi lecho veo la vida pasar; a través de la pantalla de cristal mis deseos encontrarse.
Lloro de rabia, después. Me arrepiento y me niego, grito y mi voz se convierte en lluvia.
Me desvelo por nada y me duermo por todo. Busco al insomnio y me escondo ante el descanso.
Mutilo mi carne para después ofrecerla a mis más bajos deseos, más tarde trato de sanarla en sus ojos y en sus palabras, pero me es inútil, siempre caigo al abismo que soy yo mismo.
Soy un imbecil porque es lo que soy. Le seguiré pidiendo a Dios y él me dará, lo despreciaré y él me dará aun más hasta que entre los dos me destruya y muera, reviva y vuelva a morir para siempre.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Ciudad amada, Ciudad odiada (El paraíso perdido)

Ciudad amada, Ciudad odiada (El paraíso perdido)

De entre un cielo oscuro
Breves destellos del sol mitigado
Mojan rostros y almas mutilados,
Rocían a la ciudad nunca consumada

Ríos que en buenos tiempos gozaban de agua
Ahora sin más que piedras secas
Fluyen rebosantes de sangre
Atestada de plomo y narcóticos

En la calle lacerada un niño se arrastra
Con su perro famélico y marchito
Llegando a la avenida ven cabezas rodar
Y a los cuerpos inanimados que nunca se escondieron

Ciudad amada, ciudad odiada
La lluvia arrastra tu inmundicia
Hacia un mar que fue testigo
Del paraíso que en realidad nunca has sido

Así, el día busca exorcizar los demonios noctívagos
Sin saber, quizá, que el día y la noche
Son uno mismo bajo el cielo enrojecido
Y el aire corrompido

Levantada sobre los cerros
Mi ciudad amada, mi ciudad odiada
Llora mares porque el hombre…
Nunca le permitió ser el paraíso perdido


By F. Rangel E.

martes, 1 de septiembre de 2009

Esperándote un día

Esperándote un día

Hoy estás tan distante
Ayer estabas, incluso, en mi costilla

El tiempo avanza, lento por mi piel
Levantando cada una de sus escamas

El cielo y el alba me gritan en los ojos
Que no te tengo, que te has ido

El mar me arrastra a su inmensa soledad

Ya en el crepúsculo púrpura
Me digo que no volverás

Llega la noche y me acuesto frío
en la arena negra
Me cubre la soledad repleta de silencio.
Sólo silencio.

By F. Rangel E.

domingo, 9 de agosto de 2009

¿De verdad? ¿O es que...?

¿De verdad existes? ¿Es verdad que estás ahí? Contemplando mis vísceras, analizando el pedazo de alma que expongo…o es que navego por aguas misteriosas, ¿Es que todavía no encuentro mi lugar? Mi puerto. Será que estoy condenado al olvido, buscando conectarme con fantasmas inexistentes…Mis palabras quedarán regadas como sal en este inmenso mar…
...

jueves, 6 de agosto de 2009

Historias de Zócalo (TREINTA CIGARROS III)

30 CIGARROS

26. Dejo salir el humo. 27. Sale el pequeño tronco del cofre en el que, estático, me aguardaba. 28. el humo corrosivo entra en mis pulmones. 29. Mi visión se nubla. Atrapado por el humo, me envuelvo en recuerdos. En una niñez llena de pureza. En la vida que pasó. En las alegrías que no se detuvieron ni un día.
Recargado en el barandal del kiosco fumo mi cigarro número treinta del día de hoy. Me despidieron del trabajo y en la casa me espera mi esposa y mi hijo de un mes. Me espera la desesperación y los gritos.
Suspiro, respiro, exhalo. Muero poco a poco, la vida se me escurre como agua entre los dedos. Los sueños se apagan como una farola a punto de fundirse. Le compro chicles al niño y en él me veo a mí y veo a mi hijo. Siento como si me oprimieran el pecho. Camino hasta salir del zócalo. Tomo un camión. Llego a parte de mi destino. Todavía tengo que tomar otro camión más. Busco entre mi bolsillo del pantalón y siento unas cuantas monedas. Me es insuficiente. Caminaré. Mi casa no está tan lejos. Si no hubiera gastado en cajetillas. ¡Qué va! Me hará bien caminar. Tendré un camino para pensar. Una familia que cuidar. Una vida que sustentar. Sueños que resucitar. Tengo el humo de treinta cigarros y contando…

sábado, 1 de agosto de 2009

Historias de Zócalo (ENTRE HILOS DE LUZ Y PALOMAS REVOLOTEANDO II)

ENTRE HILOS DE LUZ Y PALOMAS REVOLOTEANDO

Chiquita. Pequeña. Hermosa. Lo siento. ¿Cuántas veces escuché esto el día de hoy? Sé que se fue, sé que no lo volveré a ver, pero…ya me lo esperaba, todos se lo esperaban. ¿Duele? Claro que duele, pero el dolor no mata. Y si me preguntan si lloré, no responderé. Mis ojos están secos, aunque mi corazón esté empapado. Se lo prometí, pero antes me lo había prometido a mí: No lloraré. Él me dijo que la muerte no tenía porque impresionar, no tenía porque doler, a diario nos desprendemos de algo y aunque no sea tan fácil desprenderse de las personas, la vida así es. Él me lo dijo, y yo siempre le he hecho caso.
Sentada en una banca veo las palomas comiendo lo que la gente les arroja. Alzo mi mirada y veo como los hilos de luz se cuelan entre las hojas de los árboles. Respiro cierta paz y tranquilidad. Ver como ahora las palomas revolotean, ver al niño corriendo que las espantó, verme sumergida entre los destellos de luz. Sentir que nada pasó, que nada pasará. Saber que mi padre me estaría regañando porque una lagrima rueda por mi mejilla, pero que al ver mi sonrisa se habría puesto orgulloso de mí. Si tan sólo estuviera aquí. ¿Pero qué digo? He de seguir, he de levantarme de aquí. Me pongo a caminar, el mundo sigue girando, todavía queda mi madre y mis hermanos, mis dieciséis años y mis amigos, mi abuela, la música y el mar, las nubes y el viento, los algodones de azúcar y el café, los libros, el cine, la esperanza y el amor, todavía quedo yo entre hilos de luz y palomas revoloteando.

viernes, 31 de julio de 2009

Historias de Zócalo (PRESAGIOS DEL CIELO)

PRESAGIOS DEL CIELO

El cielo anunciaba un torrente descomunal. Sentado en la banqueta, me sentía liviano y vacío, pues sólo era piel y huesos. Mi alma había partido tiempo atrás. Esperaba, tranquilo, al viento, a la tormenta. Las farolas comenzaban a encender su tenue luz. El crepúsculo, siempre púrpura, siempre taciturno cubría mi corazón con su manto de inmensa melancolía. Las nubes se amontonaban comenzando a formar un solo cuerpo, una sola nube. Los relámpagos centelleaban. La gente caminaba súbita, buscando refugio. Los enamorados se abrazaban para cubrirse del presagio que el cielo proclamaba. Yo, mirando aquí, allá, seguía en espera de mi hora. De salir volando por los aires hacia la nada y perderme en la noche lóbrega que se acercaba. El sonido de las campanas de una catedral lejana entró en mis oídos como anunciándome el fin. Supe que había llegado mi hora y claudicado perecí.
Desperté. Descubrí las nubes acribilladas por los destellos del sol. La tormenta había cesado. Yo seguía sentado, no me había ido. Pero algo en mí había cambiado. Me sentía pesado, estático, como si algo hubiera entrado en mi ser. Moví los ojos, al parecer lo único que podía mover, y vi mi piel cubierta de un fino rocío. Entonces comprendí que mi alma había vuelto y apenas se estaba acomodando en mi cuerpo. Fue cuando la vi acercarse a mí, con su vestido floreado y su caminar parsimonioso. Fue cuando vi su ondulado cabello mecerse al ritmo del suave viento, fue entonces cuando vi en sus ojos el perdón y el arrepentimiento. Fue entonces cuando el amor regresó.

sábado, 24 de enero de 2009

Paraje (La Choza del Chamán, parte V)

*LA CHOZA DEL CHAMÁN

Estás en una planicie totalmente desértica, no hay nada, sólo una choza y un enorme árbol que brinda su sombra.

-MUJER- Llegamos, te dije que faltaba poco.

-Cuando todo esto termine escribiré un libro.

Una risa se le escapa a la mujer. Llegan a la choza, abre la puerta.

-MUJER- Entra.

Entras con un poco de miedo, huele a incienso. La choza está oscura, algunas velas alumbran, en un petate está hincado un anciano, sólo trae puesto un taparrabos.
La mujer se transforma en un jaguar. La miras, sorprendido. Después de un minuto, dejas de verla. Sabes que aquí todo es normal.

-CHAMÁN- Bienvenido, te he estado esperando.

-MUJER- Él es el Chamán.

-¿Qué quieren de mí? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué yo?

-CHAMÁN- Tranquilo hombre curioso. Antes, quiero cerciorarme de algo. ¿Eras dueño de una gran empresa?

-Sí.

-CHAMÁN- ¿Has vivido bien? ¿No le debes nada a nadie?

-No, ni soy un ladrón ni nada de esa mierda.

-CHAMÁN- Sí, lo eres. Le has robado tanto a esta tierra, has robado algo que no te pertenece. Ahora debes devolverlo.

-¿Qué? ¿Los árboles? No los robé, firmé un…ah qué va, OK según ustedes los robé, ¿Cómo se les ocurre que los devolveré?

-CHAMÁN- No somos dueños de este mundo sino parte de él. Tu vida dará vida a este mundo.

-Déjense de tonterías, díganme qué quieren.

-CHAMÁN- El hombre que te encontraste muerto en el camino, no era fértil. Tuvimos que utilizarlo en otros fines. Tú aún tienes un espíritu fértil aunque tu cuerpo y tu carne estén podridos. Nos entregarás tu vida y ayudarás a la vida, servirás a esta tierra. Tonantzin ya ha puesto la semilla en ti, aquella noche de lluvia.

-Ya estoy harto, me largo de aquí, debe haber alguna forma de salir.

-CHAMÁN- Corre, huye, pero no podrás esconderte de tu destino.

Corres, sales corriendo de la choza, estás entre los árboles y arbustos que viste la primera vez que seguiste a la mujer, ves la carretera, corres hacia ella, ves a tu esposa, ves a tus hijos, a tu doble. Te sientes pesado, tus pies se van hundiendo en la tierra, penetran en la tierra, se hacen uno, salen raíces de ti, tus brazos quedan extendidos horizontalmente, se convierten en ramas, tu piel se va endureciendo hasta convertirse en madera, tu cabello en hojas, te estás convirtiendo en un enorme árbol. Ves a tu familia irse con el doble, parecen felices. La mujer convertida en jaguar sube en ti y se acuesta en una de tus ramas, quieres gritar, pero ahora no puedes, sólo el viento ruge. Y tú eres un árbol.




FIN.

martes, 20 de enero de 2009

Kahtal Alux y Los Chaneques (parte IV)

*KAHTAL ALUX Y LOS CHANEQUES

Caminas por una llanura muy fértil, hay varios sembradíos de milpa.
Sigues a la mujer a través de un sembradío de milpa, hay un pequeño altar en una casita.

-MUJER- Kahtal alux.

-¿Qué?

-MUJER- La casa del Alux. Detente.

La mujer se detiene, chocas con ella, te detienes.
Algo se mueve de entre las milpas.
Salen tres hombrecitos, se acercan a la mujer, le llegan a las rodillas, empiezan a hablar en una lengua extraña.
La mujer se voltea hacia ti.

-MUJER- Hay que tener cuidado con los alux’ob.

-¿Con los qué?

-MUJER- Aluxes, se encargan de cuidar estos sembradíos. Ya les expliqué quién eres, les dije que no les robarías.

-Por supuesto que no, no soy un ladrón.

-MUJER- ¿Seguro?

La mujer sigue caminando.
Los aluxes te miran, te sonríen, su sonrisa no es muy amigable.
Sigues a la mujer.

-¿Qué? No soy un ladrón. Oye, ¿ellos son los hombrecitos que mencionaste?, los que supuestamente mataron a… ¿quién era ese hombre que estaba muerto?

-MUJER- No, yo hablaba de los chaneques. Y ese hombre iba a cumplir tu misión.

-¿Misión? ¿Qué misión? ¿A dónde vamos?

-MUJER- No seas impaciente, ya llegaremos a las respuestas.

Te estás hartando, pero sigues caminando, conforme avanzas tras de ti se va haciendo de noche, por delante el día.
Entran a una selva, recuerdas la vez que fuiste a Chiapas y caminaste por una selva así. Aquí está lleno de aves, lleno de árboles, enormes árboles, empieza a hacer frío, te quedas maravillado con la selva. De pronto ves volar un quetzal con su enorme cola esmeralda, quedas perplejo ante la belleza del ave que se pierde entre los innumerables árboles. Miras hacia arriba, caes en un manantial sin darte cuenta.
La mujer ha desaparecido.

-¡Tonantzin! ¡Tonantzin! Maldita sea.

Sales del manantial. Buscas con tu mirada a la mujer.
La mujer pone su mano en tu hombro, exaltado, volteas.

-¡Mierda! No me asustes así.

-MUJER- Qué manera de hablar muchachito.

-Cállate, sigamos.

-MUJER- ¿Sigamos? ¿A dónde? ¿Quién eres tú? ¿Por qué he de seguir contigo?

-Porque…tú me dijiste, deja de decir tonterías.

-MUJER- No entiendo de qué hablas. ¿Sabes náhuatl?

-¿Náhuatl? ¡No! ¿Para qué querría saber náhuatl?

-MUJER- Para sobrevivir en este mundo.

Escuchas risas, risas de la mujer, las escuchas tres veces al mismo tiempo, hay tres mujeres, tres Tonantzines contigo, las tres ríen burlándose de ti.

-MUJER- Ya déjenlo.

Te volteas completamente, es la mujer. Ahora escuchas risas de niños, vuelves a voltear hacia donde estaban las mujeres. Ya no están, sólo hay niños corriendo y riendo.

-MUJER- Esos, son los chaneques.

La cabeza te da mil vueltas, sientes que estás a punto de estallar.

-MUJER- No te quedes atrás, o no sobrevivirás.

Rompes en llanto.

-MUJER- No puede ser, uno más cobarde no pudimos elegir.

Quieres que esto termine, lloras, nunca habías llorado tanto.
La mujer se acerca a ti, te pone las manos en los hombros.

-MUJER- Levántate, falta poco, de verdad.


viernes, 16 de enero de 2009

Paraje (Las Vasijas de los Tlaloques, parte III)

*LAS VASIJAS DE LOS TLALOQUES

Después de un largo camino de subida. Llegan lo suficientemente alto para ver todo el terreno.
Ves con desesperación y sorpresa que sólo hay cerros, a cualquier lado que voltees hay cerros desérticos, largos páramos sin final.

-No es posible. ¡Puta madre! No puede ser. La autopista debe estar ahí. ¡Ahí! ¿De dónde salieron todos esos cerros?

-MUJER- Esto no es real, tú no eres real, es una pesadilla…

-Pesadilla… esto es tan real como tus manos. ¿Sientes el sol hervir tus sesos?

-MUJER- No quiero sentirlo. No puede ser real. ¡Tú no lo eres!

La mujer golpea tu pecho. Tratas de detenerla, la sujetas y la detienes abrazándola fuertemente.

-Tranquila, tranquila. Algo de lógica debemos encontrar en esto.

-MUJER- Cógeme.

-¿Qué?

-MUJER- Penétrame, métemelo, chíngame. ¡Quiero sentir que eres real!

La mujer te arranca los botones de la camisa. Se levanta el vestido, no trae ropa interior.

-¡Espera! ¡Qué te pasa!

Trata de quitarte el cinturón.

-¡Estás…!

Le das una fuerte cachetada. La mujer cae al suelo, le sangra la nariz.

-¿Sentiste eso? Fue muy real ¿no?

La mujer se echa a llorar.
Te metes la mano a tu bolsa buscando tu celular. No lo encuentras.

-Te entiendo, esto es demasiado irreal para tragárnoslo. Pero lo estamos viviendo.

Escuchas voces, susurros, a lo lejos. Se van acercando, son letanías en una lengua extraña, hueles incienso. De pronto empieza a obscurecer, la luna brilla en todo su esplendor. Las estrellas iluminan. Una densa niebla empieza a rodear todo el lugar. Ves sombras, en fila. Caminando con lámparas de aceite.
Todo pasa tan rápido que quedas totalmente perplejo. Tu corazón palpita tan fuerte que parece que quiere salirse de tu pecho.
Las sombras se acercan a ti, dejan de cantar sus letanías. Se para frente a ti un Nahual, tiene cara de jaguar, brazos humanos. Trae puesta una tunica blanca, le llega a los tobillos, ves sus patas de jaguar.

-NAHUAL- Es sólo el camino. Ya llegarás a tu destino.

-¿Qué?

-NAHUAL- Nos has quitado tanto. Nos debes dar algo a cambio de tanto daño.

-Yo no…

-NAHUAL- Shh…Se acerca la lluvia, más vale que entren a la cueva.

Ves el resplandor de una fogata dentro de una cueva, cerca de donde estás.
Los nahuales desaparecen. La mujer está tirada en el suelo. Suenan truenos.

-Levántate. Vamos a la cueva, antes de que empiece a llover.

La mujer se levanta, te sigue. No tardan mucho en llegar a la cueva. Te sientas y te recargas en la pared. La mujer se queda en la entrada de la cueva, mirando el paisaje. Empieza a llover. A pesar de la escena que acabas de presenciar, una parte de ti permanece tranquila, como si todo esto fuera normal.

-¿Qué habrán sido esas cosas?

La mujer no responde. Pasan unos minutos. Suspiras hondamente.

-¿Cómo te llamas?

-MUJER- Tonantzin.

-Oh. ¿Y qué hacías por la vida?

-MUJER- ¿Eh?

-¿A qué te dedicabas? ¿De qué vivías?

-MUJER- Era música.

-¿Música? Wow. Yo siempre quise ser músico. Me encanta la música, sobre todo el rock & roll y el blues. Tocaba el bajo en una banda. Tocábamos pésimo. Nunca dimos un concierto. (Ríes) Soy…era, dueño de una empresa, gran empresa, de muebles. La más grande del país, seguramente has oído hablar de ella. Muebles Cortés. ¿Los conoces?

-MUJER- No.

Bostezas, estás cansadísimo.

-MUJER- ¿Sabes por qué se oye así, como truenos? Son los tlaloques, ayudantes de Tlaloc, rompen vasijas llenas de agua para que caiga en forma de lluvia. Están situados en los cuatro puntos cardinales.

Los parpados se te cierran.

-¿Eh? ¡Puta madre! Qué sueño… (Bostezas) De repente….me…dio…

Caes al suelo dormido.
La mujer se monta en ti, te quita la ropa, te hace el amor durante toda la noche.
Despiertas pensando que fue un sueño. Te levantas, sales de la cueva.
Estás en la autopista, tu mujer está dentro del carro, en los asientos de atrás tus hijos.
Te pones contentísimo. Te preparas para correr, te detiene la mujer.

-MUJER- No te escuchan. Tú no existes. No para ellos.

Ves a un hombre igual a ti, esta orinando, termina, se sube el cierre.

-¡No! ¡Aquí estoy! ¡Él no es yo!

Tu doble sube al auto, contento, besa a tu mujer, enciende el auto.
La mujer te da un golpe en la cara. Caes al suelo.

-MUJER- ¡Deja eso ya! Tenemos que seguir.

Te toma del brazo y te levanta. Volteas hacia donde estaba la carretera, no está, sólo hay árboles.

-¿Quién eres tú? No eres una mujer perdida, ¿verdad?

-MUJER- Sígueme.

Te zafas de ella bruscamente.

-¡No! ¿Qué eres tú? ¿Qué puta madre es todo este lugar?

-MUJER- Lo sabrás si me sigues. Anda, camina.

No te queda de otra. La sigues.

martes, 13 de enero de 2009

Paraje (La Antesala del Infierno, parte II)

*LA ANTESALA DEL INFIERNO

Caminas, o mejor dicho, la mujer hace que camines. Corre llevándote del brazo. Estás agitado, cansado. Caminaste mucho, entre arbustos y plantas. Tienes algunas rasgaduras en la ropa y en la piel. Estás perdido como en un bosque, lleno de plantas, sientes que te asfixias.

-MUJER- Debería estar aquí.

Agitado y apoyando tus manos en tus rodillas, inclinado, respondes:

-Lo único que veo son ramas secas y espinas. Estoy hecho una mierda. Con razón estás así de…

-MUJER- Fuimos en línea recta. Aquí debería estar…o más atrás. ¡Tal vez lo pasamos!

-Tal vez...(Jadeas) ¡debamos regresar! Mi familia me espera.

-MUJER- ¡No! ¿Sabes qué? Ellos se lo llevaron.

-¿Ellos? La policía, ¿paramédicos?

-MUJER- ¡No! Los hombrecitos.

-¿Hombrecitos?

-MUJER- Parecían unos demonios, pequeñitos.

-¿Chaneques? ¿Duendes? Me estás asustando. Mejor me voy, allá tú si te quedas.

Te das la vuelta y avanzas hacia el camino por el que llegaste. La mujer se te avienta y te sujeta de los hombros.

-MUJER- No, no me dejes aquí.

-OK, OK. Vamos hacia la autopista y esperamos a que alguien pase para pedirle ayuda. Quizá mi mujer ya llamó a emergencias.

-MUJER- Pero mi nov…

Caminas.

-Yo seguiré caminando, depende de ti si me sigues.


La mujer te sigue. Los dos caminan, entre los cientos de plantas y ramas secas. Conforme caminas se hace mas difícil seguir andando. Cada vez hay más ramas, más espinas. Confundido, te detienes.

-Nos desviamos, el camino no estaba así.

-MUJER- Pero, sólo hemos caminado en línea recta.

-Ya sé, ya sé. Pero tal vez… ¡esto no estaba!

-MUJER- No puede ser que nos hayamos perdido. Caminamos en línea…

-¡Deja de decir eso! ¡Ya sé cómo caminamos! No tienes que repetirlo. Sólo ponte a buscar el maldito camino por el que venimos.

La mujer se aleja de ti, camina buscando el camino. Te pones en cuclillas, te pasas las manos por el cabello y respiras profundamente.

-MUJER- ¡Mira! ¡Aquí! ¡Es por aquí!

Te levantas rápidamente. La mujer corre hacia el camino. Corres tú también, la sigues.
Es como un túnel hecho de plantas. Sigues corriendo tras la mujer.

-No recuerdo esto. Esto no estaba…

De pronto el túnel termina. Hay un precipicio, la mujer cae por él.
Tú tratas de detenerte, pero el terreno esta lleno de tierra y piedras, te resbalas y caes también.
Estuviste inconsciente unas horas. Despiertas boca abajo, toses, tragaste mucha tierra, te arde el cuerpo, te duelen los huesos. Te levantas lentamente hasta quedarte sentado.
Buscas con la mirada a la mujer, no ves nada, sólo un paraje desértico lleno de cerros. Alzas tu mirada para ver el precipicio del cual caíste. Es enorme, te duele la cabeza. Piensas en cómo pudiste haber sobrevivido a tal caída. No encuentras respuesta.
Aunque todo se vea tan surrealista, es a la vez tan real. Las heridas, la mujer, la caída.
A lo lejos ves una silueta, tambaleándose. El sol intenso hace ver la silueta como un espejismo. Pones tus manos en tu frente, para hacer sombra a tus ojos. Ves a la mujer. Te levantas y caminas hacia ella.
La mujer se desploma en el suelo. Aceleras el paso.
Llegas con la mujer, te hincas para estar más cerca de ella. La mueves para ver si está consciente.

-¡Despierta! ¿Qué pasa aquí?

La mujer tose, recobra el conocimiento.

-MUJER- Mi, mi novio, está…

-¿Está aquí? ¿Dónde?

-MUJER- A…allá…

Señala el lugar, ves un cuerpo tirado, no muy lejos. Te levantas.

-Espera.

Corres hacia el cuerpo.
Llegas a él. Tiene un hueco en el estomago, tiene las tripas y demás órganos fuera. Su cuerpo y parte del suelo están manchados de sangre seca.
Zopilotes vuelan arriba de él. El olor es insoportable, se te revuelve el estomago, te tapas la nariz y te alejas.
La mujer está hincada, llorando.

-¿Quién lo hizo?

-MUJER- ¡Ya te dije!

-¿Los demonios pequeñitos? Deben ser campesinos de por aquí. Gente enferma.

-MUJER- ¡No! Eran como unos demonios.

-Sí, demonios.

Te acercas a ella y le das unas palmadas en la espalda, para tratar de tranquilizarla. La mujer sigue llorando.
Recorres el lugar con la vista, te quedas mirando un cerro, no se encuentra muy lejos.

-Hay que subir a ese cerro, no hasta la cima, para poder ver donde está la carretera. Supongo que se debe ver. No hemos caminado mucho.

La mujer se seca las lágrimas. Solloza, respira profundamente y se levanta.

-MUJER- Sí, hay que seguir.

La mujer camina.
Te quedas de pie, mirándola.
La sigues.

lunes, 12 de enero de 2009

Paraje (El Camino, parte I)

PARAJE

Era treinta y uno de diciembre, regresábamos de Cuernavaca, queríamos llegar a tiempo para cenar con la familia en Acapulco. Aproximadamente eran las cinco de la tarde, el sol radiante iluminaba y cegaba a los conductores, siendo así, casi imposible manejar.

Ahora imagina cómo pasó esto, imagina como si tú hubieras estado ahí, en tiempo real.


*EL CAMINO

Vas en la autopista de Cuernavaca hacia Acapulco, a una velocidad de 120 Km/h. Tienes un hijo de trece años y una niña de dos. Tu esposa va dormida con los pies arriba del tablero. Tienes cansancio, un cansancio pesado, los ojos no se te cierran pero aun así estás exhausto, los rayos del sol iluminan tu rostro, su fulgor limita tu visión. Tu hijo no deja de jugar su videojuego portátil. Tu niña va dormida, su cabeza usa como almohada las piernas de tu hijo. Escuchas música, algo de Pink Floyd, del disco The Piper At The Gates Of Down, la canción que toca de pronto suena rayada, te encabronas, pues te acaban de regalar el disco en Navidad, es la edición de tres discos, de colección. Recuerdas el momento en el que te peleaste con tu esposa y el disco se cayó y el estuche se rompió, el CD salió volando y ahí, seguramente, se rayó.
Presionas la tecla en el estéreo para sacar el disco, tal vez pongas algo de Black Sabbath o algo de Caifanes. A pesar de que creías que iba a haber muchos carros en la autopista, está vacía. Estás entre un montón de cerros, enormes cerros, enormes parajes llenos de árboles, matorrales y plantas.
Muy a lo lejos, ves en medio de la carretera una persona agitando las manos desesperadamente. Bajas bruscamente la velocidad. Tu mujer despierta, a tu hijo se le cae el videojuego, tu hija cae debajo del asiento trasero, el CD que tienes en la mano queda echo añicos por la maniobra que haces. Frenas, las llantas rechinan, tu carro se mueve como una culebra. Quedas frente a la persona, es una mujer, sucia, con manchas de sangre seca, despeinada, tiene un vestido blanco de manta manchado de tierra y con algunas rasgaduras.

-MUJER- ¡Ayuda! ¡Ayuda!

Todos están exaltados, tú bajas del auto rápidamente. La mujer se acerca a ti gritando, llorando, en la desesperación total.

-MUJER- ¡Allá! Mi esposo…unos hombres, demonios, a mí, comieron, tripas…

Sujetas a la mujer y la zarandeas para que se calme.

-¡Tranquila!, ¿Quiere tranquilizarse? No entiendo nada de lo que dice.

Tu mujer baja del auto. Tu hijo abre la puerta. Tu esposa lo regaña, le dice que se meta.

-ESPOSA- ¿Está bien?

-MUJER- ¡No! No entienden, no hay tiempo…mi esp…

Regresas a ver la autopista, estás en medio de ella.

-Mi amor, ¿quieres mover el carro? Estamos en medio de la carretera.

Tu mujer asiente y se sube al asiento de conductor. La mujer te toma del brazo y te jala hacia los matorrales, hacia los cerros.

-¡Espere! ¡Espere!

-MUJER- No hay tiempo…

-¿Su esposo? Dijo algo sobre él, ¿no? Tuvieron un accidente, supongo.

-MUJER- ¡Sí!

-Bien, llamemos a una ambulancia, espero que haya señal.

Sacas tu celular, por suerte hay señal. Marcas a emergencias. Tienes guardado el contacto pues has tenido alguna que otra emergencia en tus anteriores viajes.
La llamada no entra, como si no hubiera señal.
Tu mujer ya se ha estacionado. Baja del auto y ordena a los niños que se queden ahí.

-¿Tienes señal nena?

-ESPOSA- Sí, deja marco.

La mujer, desesperada, nuevamente te toma del brazo.

-MUJER- No hay tiempo, vamos acompáñeme, es aquí cerca.

Tu esposa cuelga el celular, estás dispuesto a acompañar a la mujer.

-ESPOSA- No entiendo que pasa, si tengo señal, pero no entran las llamadas.

-Voy a acompañar a la mujer, traeremos a su esposo y veremos que hacemos.

-ESPOSA- ¿Vamos a quedarnos aquí solos?

Tu hijo se baja del auto.

-HIJO- Te acompaño papá.

-ESPOSA- De ninguna manera, te dije que te quedaras adentro.

-Debes quedarte a cuidar a tu madre.

-MUJER- Está cerca, sólo tenemos que sacarlo acá, donde alguien nos vea.

-No tardamos, de verdad, tranquilos.

-HIJO- Quiero ir.

-ESPOSA- Sube al carro, inmediatamente.

Tu hijo sube al auto, algo decepcionado. Tu hija mira por la ventana.

-Si pasa alguien, pides ayuda.

-ESPOSA- Sí, claro.

Odias su sarcasmo. A veces la odias toda. La mujer no te ha soltado del brazo, así que te jala de él y te lleva entre los árboles, arbustos y matorrales, hacía los cerros.






"El camino". Primera parte de el cuento titulado "Paraje", posteriormente iré poniendo las demás partes.

lunes, 5 de enero de 2009

Dos Años

Dos años son poco a comparación de toda una vida, pero en esos años hay meses, semanas, horas, minutos, segundos, instantes. Momentos maravillosos.
La gente suele decir que la vida está llena de mínimos momentos de felicidad, que dichos momentos se pueden contar con los dedos de las manos, pero en dos años he tenido tantos de esos momentos que tendría que ser una especie de pulpo con muchos dedos para contar mis momentos de felicidad a tu lado y es que estos años, aunque suenen poco, he tenido dolores, disgustos, tristezas, enojos. Esos momentos si los puedo contar con una mano, estoy seguro.
Dos años que anhelan multiplicarse y convertirse en una vida, llena de momentos tristes y de dolor, pero sobre todo de felicidad, que eso es lo que tú me das, los demás momentos me importan un cacahuate. Mientras tengamos amor que sustente la felicidad los años vendrán sin complicaciones.
¡Gracias!

sábado, 3 de enero de 2009

Marley: Lo malo de vivir en un departamento

Mi mamá se había ido a San Jerónimo con la familia. Era primero de enero, empezaba 2009. Yo me quedé en Acapulco con mi papá y mi hermana, Bolita (una perra que tenemos de mascota) también se quedó. Me levanté ya tarde, mi novia me habló para que fuéramos a la casa de una tía suya. Me metí a bañar, me arreglé. Estaba listo, pero, no tenía carro, se lo había llevado mi mamá, sólo estaba el de mi papá y no me lo podía llevar, ya que lo iba a ocupar para ir a comprar el desayuno (ja a las dos de la tarde) para él y mi hermana, aparte dudo que me lo prestara. No me quedaba de otra, tenía que tomar un taxi. Caminé, no mucho por cierto, y vi un perro corriendo tras un carro. No le di mucha importancia, pero ya cuando vi que venia hacia mí, entonces si me preocupó (es que estoy traumado con correteadas de perros), era una perra pastor alemán (me enteré después que era cruzada), no estaba grande, pero tampoco era una cachorrita, era adolescente, de unos cuatro meses. Empezó a jugar conmigo, me quedé un rato con ella. Después no me quedó de otra, tuve que seguir con mi camino, se me hacía tarde. De pronto me empezó a seguir, yo corría y ella me seguía, era una perra hermosa, entre blanca y gris. No sabía que hacer, no la quería dejar ahí, se veía cuidadita. Le hablé a mi papá para ver si podíamos quedárnosla, la respuesta fue: No. Hablé con Laura mi novia. Me dijo que no estaba lista todavía, pensé que tenía tiempo de regresar a la casa a dejarle la perra a mi hermana. Así que me regresé, le hable a mi hermana y le dije que saliera a verla. Cuando la vio también se enamoró de ella, Laura me habló y dijo que me estaba esperando, por suerte pasó un taxi, entonces le dejé la Güera (en ese rato fue como se me ocurrió llamar a la perra) en el cuidado de mi hermana.
Cuando llegué, descubrí que la Güera ya estaba instalada en el departamento. Me alegré de verla, pero esa alegría no duró mucho pues no podía ser posible que se quedara en el departamento, era demasiado chico para ella, además a Bolita no le caía muy bien, le ladraba la gruñona (ja gruñona, es una french poodle flacucha), la Güera sólo quería hacer amistad. Bueno, pues traté de pensar en alguien con quien se pudiera quedar. Le llame a Uriel, mi amigo, le platiqué el asunto, dijo que vendría a la casa para ver que onda.
Me encariñé rápidamente con Marley (al final ese fue su nombre, por Bob Marley. Tuvo tantos posibles nombres, Clementina, Rachel, Sabina, etc.) hasta fui a tirar la basura con ella, yo siempre quise un perro con el cual saliera y me siguiera, y no tuviera que andar poniéndole una correa para sacarlo a pasear. Me encantó porque cuando salía a la calle me seguía y no salía huyendo. Hablo como si hubiera durado meses con ella…sólo la tuve como un día o menos…
Vino Uriel y otro amigo, Coco, salimos a buscarle dueño, al final se decidió, o mejor dicho, mi mamá aceptó que se quedara solo una noche, al día siguiente la llevaríamos con el veterinario de Bolita y el la regalaría. Y así fue, a la mañana siguiente la llevamos con el veterinario, fue lo peor, ver como la metían en una jaula y ella tratando de escapar y luego se puso toda triste cuando nos fuimos (fui con mi hermana). El veterinario la regaló a unos vecinos de unos clientes suyos… ¿Estarás bien Marley? No sé, espero que sí. Si tuviera una maldita casa con un maldito patio nos la hubiéramos quedado (toda mi familia estaba de acuerdo) pero sigo viviendo en un departamento, con bonita vista y me gusta, pero a fin de cuentas departamento. La verdad, la verdad, la extraño.