*KAHTAL ALUX Y LOS CHANEQUESCaminas por una llanura muy fértil, hay varios sembradíos de milpa.
Sigues a la mujer a través de un sembradío de milpa, hay un pequeño altar en una casita.
-MUJER- Kahtal alux.
-¿Qué?
-MUJER- La casa del Alux. Detente.
La mujer se detiene, chocas con ella, te detienes.
Algo se mueve de entre las milpas.
Salen tres hombrecitos, se acercan a la mujer, le llegan a las rodillas, empiezan a hablar en una lengua extraña.
La mujer se voltea hacia ti.
-MUJER- Hay que tener cuidado con los alux’ob.
-¿Con los qué?
-MUJER- Aluxes, se encargan de cuidar estos sembradíos. Ya les expliqué quién eres, les dije que no les robarías.
-Por supuesto que no, no soy un ladrón.
-MUJER- ¿Seguro?
La mujer sigue caminando.
Los aluxes te miran, te sonríen, su sonrisa no es muy amigable.
Sigues a la mujer.
-¿Qué? No soy un ladrón. Oye, ¿ellos son los hombrecitos que mencionaste?, los que supuestamente mataron a… ¿quién era ese hombre que estaba muerto?-MUJER- No, yo hablaba de los chaneques. Y ese hombre iba a cumplir tu misión.
-¿Misión? ¿Qué misión? ¿A dónde vamos?
-MUJER- No seas impaciente, ya llegaremos a las respuestas.
Te estás hartando, pero sigues caminando, conforme avanzas tras de ti se va haciendo de noche, por delante el día.
Entran a una selva, recuerdas la vez que fuiste a Chiapas y caminaste por una selva así. Aquí está lleno de aves, lleno de árboles, enormes árboles, empieza a hacer frío, te quedas maravillado con la selva. De pronto ves volar un quetzal con su enorme cola esmeralda, quedas perplejo ante la belleza del ave que se pierde entre los innumerables árboles. Miras hacia arriba, caes en un manantial sin darte cuenta.
La mujer ha desaparecido.
-¡Tonantzin! ¡Tonantzin! Maldita sea.Sales del manantial. Buscas con tu mirada a la mujer.
La mujer pone su mano en tu hombro, exaltado, volteas.
-¡Mierda! No me asustes así.-MUJER- Qué manera de hablar muchachito.
-Cállate, sigamos.-MUJER- ¿Sigamos? ¿A dónde? ¿Quién eres tú? ¿Por qué he de seguir contigo?
-Porque…tú me dijiste, deja de decir tonterías.-MUJER- No entiendo de qué hablas. ¿Sabes náhuatl?
-¿Náhuatl? ¡No! ¿Para qué querría saber náhuatl?-MUJER- Para sobrevivir en este mundo.
Escuchas risas, risas de la mujer, las escuchas tres veces al mismo tiempo, hay tres mujeres, tres Tonantzines contigo, las tres ríen burlándose de ti.
-MUJER- Ya déjenlo.
Te volteas completamente, es la mujer. Ahora escuchas risas de niños, vuelves a voltear hacia donde estaban las mujeres. Ya no están, sólo hay niños corriendo y riendo.
-MUJER- Esos, son los chaneques.
La cabeza te da mil vueltas, sientes que estás a punto de estallar.
-MUJER- No te quedes atrás, o no sobrevivirás.
Rompes en llanto.
-MUJER- No puede ser, uno más cobarde no pudimos elegir.
Quieres que esto termine, lloras, nunca habías llorado tanto.
La mujer se acerca a ti, te pone las manos en los hombros.
-MUJER- Levántate, falta poco, de verdad.