2010

Hola, bienvenidos a esta trinchera, si es que hay alguien que viene...los fantasmas inexistentes y yo les damos la bienvenida. Un saludo y déjense sumergir en las entrañas...

lunes, 27 de octubre de 2008

Para estos tiempos de crisis...



Todos hablan de la crisis económica, muchos quedarán sin trabajo y como siempre los mas pobres serán los mas jodidos, y entre todo este alboroto me acordé de una canción de La Barranca, que nació allá por 1995 en el disco "El Fuego de la Noche" y aunque ya han pasado varios años, la canción sigue vigente, muy, muy vigente.


Y así todo jodidos y sin dinero, no podriamos sobrevivir sin una minima dosis de amor no importa si ya nos adaptamos a vivir entre las ruinas.


Una obra maestra de el Sr. José Manuel Aguilera (voz y guitarra de La Barranca), titulada "Ruinas", ahí se las dejo...



RUINAS

Estoy aprendiendo la forma de respirar este aire enrarecido Estoy empezando a sentir las mutaciones
Estoy aprendiendo maneras para estirar un poco de dinero
estoy aprendiendo a vivir en crisis
Pero está difícil que desarrolle las mutaciones para ausencia de amor

Estoy adaptando mi cuerpo para vivir en medio de las ruinas
en este país la mayor atracción son las ruinas
Pero está difícil que sobreviva sin una mínima dosis de amor

Estoy aprendiendo, entre las ruinas

domingo, 26 de octubre de 2008

Zattania Vol.VI

El último volumen.

HÉROE DE OLVIDO, PLATICANDO CON UNA BUENA PERSONA (VOL.VI)

¿Se acuerda del lago? No como esta ahora, sino como era antes, antes de que a Archundia se le ocurriera la magnifica idea de arrojar todos los deshechos de Lucrópolis y Zattania en él. Antes de que fuera negro.
Tengo grabado en mi mente como era ese lago, lo tengo pegado como una postal en mi memoria. Brillaba, era el único lugar que brillaba, ahí la luz del Sol se filtraba. El agua parecía cristal y brillaba. El aire se podía respirar. Es un buen recuerdo.
Yo fui de los voluntarios a venir aquí, no a vivir claro, al principio nadie pensó que alguien pudiera vivir aquí, aparte de los prisioneros por supuesto. Yo me ofrecí a venir aquí para ver dónde se iba a construir la prisión. Sí, así es, yo era parte de la maquinaria de Archundia, trabajaba para él, trabajaba por el bien de Lucrópolis. Pero no siempre fui así.
Trabajaba en una oficina de gobierno cuando comenzó el caos, Archundia estaba como loco.
Yo siempre quise ser alguien. Siempre quise ayudar. Cuando se desató el caos, yo quería salvar Lucrópolis, quería ser el héroe de la ciudad. Era, y hasta hace poco fui…un ególatra.
Logré platicar con Archundia, le dije que me podía utilizar para lo que él quisiera, le platiqué mi idea. Quería ser un héroe, vestirme con capa y una máscara y salir a asesinar maleantes. Archundia se carcajeó de mí, después sus obesos consejeros me mandaron llamar. Tenían un nombre para mí: Justiciero Blanco. Qué nombre tan tonto, recuerdo que hasta traje me hicieron, con capa y una mascara que me asfixiaba. Estaba decidido a acabar con la escoria que pudría Lucrópolis, estaba decidido a eliminarlos como Dios eliminó todo con su diluvio, quería ver a Lucrópolis limpia de toda esa porquería, pero Archundia y sus obesos me detuvieron, detuvieron mi mente, mis sueños, los encerraron en un frasco y lo tiraron al caño. Tenían otros planes para mí. Me encargaría de llevar a cabo su farsa, de joderme a inocentes, a pobres, a indigentes. Yo los atraparía y ellos los harían pasar por grandes criminales, gángsters, secuestradores, violadores, la gente inocente asumiría esos papeles. Y yo, yo sería el héroe, y lo fui. Pero solo para Archundia y la gente que se tragó esa mentira.
Luego, fui enviado como ya le conté, detrás de los cerros, donde ahora estamos, en Zattania. Construyeron la prisión. Ahora los policías hacían su trabajo. La gente y Archundia se olvidaron de mí.
Todo marchaba en orden para Lucrópolis. Zattania empezó a crecer como pueblo. Decidí mudarme aquí. Quizá pensando encontrar caos.
¿Se ha dado una idea de cuanta cantidad de horrorosos monstruos y engendros viven en Zattania? Bien, pues descubrí mi lugar, descubrí dónde podía sacar mis frustraciones, dónde podía matar y sentirme bien. Descubrí Zattania.
He matado, zombies, hombres lobo, engendros, demonios, cucarachas punk con un enorme aguijón y no me va a creer, pero siempre regresan, un día los hago trizas y al otro encuentro sus pedazos vagando por los callejones sombríos de este lugar.
Hace trece años cuentan que se partió a la mitad la carretera, y que en medio está el averno. Yo nunca lo vi. Porque nunca he regresado a Lucrópolis, vine a pudrirme aquí y aquí me pudriré. De cualquier manera, aunque quiera, no podré salir de aquí, de aquí solo salen los buenos, sí, las buenas personas, la gente como yo se queda para siempre, penando, ni siquiera tenemos el consuelo de morir, porque aquí solo la gente buena muere, sólo ellos tienen esa alegría, de largarse de aquí…

Me acuerdo de Progreso, así se llamaba el pueblo, antes de convertirse en la gran ciudad Lucrópolis. No había gobernantes, cada quien actuaba de acuerdo a sus principios, claro que en ese tiempo nadie tenia malicia, éramos como unos niños, inocentes. Mi familia y yo vivíamos de los animales que criábamos y de nuestros sembradíos. Eran tiempos buenos.
Pero no duró. Hace treinta y nueve años exactamente bajaron unas bestias temibles de la montaña. Asesinaron a más de la mitad de la población. Cada trece días bajaban y se comían nuestros sembradíos y nuestro ganado. Mataban a nuestra gente y desparramaban sus miembros por todas partes.
Un grupo de personas, entre ellos, yo fuimos a la ciudad, pedimos ayuda, nadie se interesó, nadie excepto el General Archundia. Se ofreció a ayudarnos, él y un grupo de soldados a su cargo. Eliminaron a toda la manada de bestias. El lugar apestó por trece semanas. Archundia se instauró como Presidente y los soldados sobrevivientes, se pusieron obesos y se convirtieron en sus consejeros. El Progreso se convirtió en lo que ahora se hace llamar Lucrópolis y Archundia su perdición. Pero prefiero recordar los momentos en mi cabaña, con mi familia en Progreso, antes de las bestias, antes de Archundia, antes de Zattania y su derrumbe.

Y ahora hermano mío te platico esto, porque se que tú eres feliz, ahora que eres un cadáver, ahora que tu alma descansa, me alegro por ti.
Y ahora veme a mí, partido a la mitad, mierda, puedo ver mis entrañas, puedo ver mis piernas tiradas, a lo lejos. No sé quién me lo hizo, tal vez fue ese zombie, al que todos llaman Jimmy Boy, tal vez fue la cucaracha punk o el desgraciado Pirata, no lo sé. Me he enfrentado a tanta gente que no me importa quien me haya partido a la mitad, ya no busco matar, ahora busco mi muerte, quiero dormir y olvidarme de todo, quiero recostarme en una esponjosa nube al lado de Dios. Pero eso, hermano mío no pasará. Porque hoy como hace trece años con la calle partida a la mitad, hoy se esta derrumbando Zattania, se está cayendo a pedazos y yo me hundiré en sus escombros junto con toda la perdición que aquí pena. Por eso, me alegro por ti, porque tú descansas, y eso, me…me da una cierta tranquilidad, algún día, ojalá descanse, aunque sinceramente…no lo creo.

Relatado por el Justiciero Blanco al cadáver de Lino, una hora antes de que Zattania se derrumbara y se hundiera en el lago de fuego.

lunes, 20 de octubre de 2008

Zattania Vol.V

El volumen número cinco.


EL ENCUENTRO (VOL.V)

Tomás toca como nunca la batería, toca así porque sabe que este puede ser su último concierto. Mañana irá a Lucrópolis, intentará traerse más niñas, niñas “finas” de Lucrópolis. Tiene miedo de que lo agarren y acabe en la prisión Satania, tiene miedo pero su perversión le hace olvidarse de Satania, de Malatesta, de los gritos de las niñas.
Acaba de tocar, el concierto termina. Tomás avienta las baquetas al pequeño público, nadie las agarra, todos fuman, beben, se besan, cogen, pelean.
Tomás va detrás del escenario, toma un cigarro, lo prende, se lo pone en los labios, fuma.
Está excitado, es un hombre agresivo, un hombre impulsivo, le gusta el peligro.
El guitarrista se le acerca, un hombre obeso y peludo, parece un enorme oso, no tiene la mayoría de sus dientes, así que habla con un poco de dificultad.

GUITARRISTA:
Tomy, ¿Ya te enteraste?

Tomás parece despertar del ensueño en el que estaba sumergido.

TOMÁS:
¿Qué?

GUITARRISTA:
Malatesta se fue al infierno.

TOMÁS:
¿Se murió?

GUITARRISTA:
Se fue al infierno.

Tomás sonríe diabólicamente. Le da un buen jalón a su cigarro. Saca donitas de humo.

GUITARRISTA:
Se abrió la tierra y se tragó a Malatesta.
¿Sabías que estamos arriba del infierno?

TOMÁS:
¿Arriba? ¿Te crees Dios o qué? Esto es el infierno. No andes diciendo pendejadas o vas a acabar como Jimmy Boy.

GUITARRISTA:
Me acaba de contar Pepe que se lo trago la tierra, se partió a la mitad la carretera y ahora no podemos salir. Porque el averno nos separa de Lucrópolis.

El rostro de Tomás se torna sombrío. El cigarro se le cae de los labios, el corazón negro se le hace añicos, lo poco que le quedaba de vida se le va.

GUITARRISTA:
Podemos bajar ahí y saludar al buen Lucifer.

TOMÁS:
¿No iremos a Lucrópolis?

GUITARRISTA:
No. No tenemos aeropuerto.

Tomás cae de rodillas al suelo. El guitarrista, gordo, enorme, con su gran melena se pone en cuclillas.

GUITARRISTA:
¿Te pasaste de mota?

Tomás quiere darse un disparo. Esperó esto por mucho tiempo, quiere matar al cerdo del guitarrista en este mismo instante, quiere molerlo y hacerlo pedazos. Pero una voz lo tranquiliza. Es de Susana. Una niña de pelo rizado con chapitas en la cara.

SUSANA:
Ya les llevé sus instrumentos a la camioneta.

El gordo guitarrista la golpea, le da una cachetada en la cara. Susana se soba con la mano. Se aguanta las ganas de llorar.

GUITARRISTA:
¡Te dije que me dejaras mi lira!

Tomás se levanta enfurecido, saca una navaja de su pantalón y se lo clava en la garganta al cerdo.

TOMÁS:
No la vuelvas a tocar. No te atrevas a hacerlo.

Susana no resiste más, llora. Llora porque prefiere los golpes el gordo a lo que le espera en la casa con Tomás, prefiere diez mil cachetadas a volver a su cuarto a volver a compartir la cama con…

TOMÁS:
Vámonos mi amor. Yo te cuidaré.

Tomás toma a Susana de la mano, ésta se la quita. Él la sujeta con violencia y se la lleva fuera.

Afuera Lino y Pirata platican con un hombre. Lino angustiado le reclama al hombre, Pirata trata de calmarlo.
Tomás sale con Susana, ésta llora más fuerte, llora porque no quiere volver…

Lino reconoce ese llanto, lo escuchó cuando los policías fueron por él a su casa y su hijita Susana les pegaba desesperadamente a los policías, les rogaba que lo soltaran.

LINO:
¡Susana!

Tomás avienta a Susana dentro de la camioneta. Sube. Prende la música y ésta suena a todo volumen, suena tan fuerte que los gritos desesperados de Lino, son simples suspiros.

PIRATA:
Cálmate Lino.

LINO:
Es Susana. ¡Mi hija! Tenemos que seguirlo.

PIRATA:
¿Qué? ¿Y cómo?

LINO:
No sé. ¡No sé!

El hombre hace sonar las llaves de su coche, de su mustang negro.

HOMBRE:
Denme doscientos y los llevo.

Tomás maneja su camioneta. Está algo deprimido, pero al ver a Susana sonríe. Recuerda la primera vez que la vio, vendía chicles fuera del café Dog, en Lucrópolis. Tomás la vio y le dijo que le daría trabajo, que la ayudaría, ella inocente, aceptó. Recuerda que esa fue su primera tocada en Lucrópolis, y la primera vez que vio a Susana.

Susana no para de llorar.

TOMÁS:
Llora, es bueno que llores. Sanas tu alma.
Yo no soy nadie para pegarte.

Pasan cerca del lago, es la ruta para llegar a la pocilga de Tomás. El olor es insoportable.

TOMÁS:
Tápate la nariz, pequeña.

El mustang negro impacta la camioneta a una gran velocidad. Pirata lo maneja, el dueño está amarrado y golpeado en la cajuela. Lino desesperado le dice que pare. Pero es demasiado tarde, la camioneta vuela, da vueltas y cae cerca del lago. Tomás sale volado de la camioneta y se hunde en el lago.

LINO:
¡Para! ¡Para pendejo! ¿Qué hiciste?

PIRATA:
Rescaté a tu hija.

Pirata frena bruscamente. Lino baja enseguida, corre hasta la camioneta que se encuentra al revés. Se mete por la ventana. Susana no tiene ni un rasguño, parece ilesa pero sus ojos están entrecerrados, ya no puede seguir viviendo en un mundo así, su vida quiere terminar y su alma descansar.

LINO:
Susana, mi vida.

SUSANA:
¿Papi?

LINO:
Sí, soy yo.

SUSANA:
Ya no quiero ir con él. Ya no puedo…

LINO:
No, ya no tienes que aguantar más, no más.

SUSANA:
¿Me lo prometes papi?

LINO:
Sí, ya verás. Ahora vas a irte a un mejor lugar, a donde nadie te va a hacer daño.

SUSANA:
¿Me iré de aquí?

LINO:
Sí, donde descansarás.

SUSANA:
¿Tú vendrás?

LINO:
Tal vez después te alcance.

SUSANA:
Te esperaré papi. Por siempre.

Susana cierra sus ojos. Su vida se va. Su corazón deja de palpitar, ya no sufrirá más, ya su alma descansa. Lino esboza una sonrisa que deja entrever una tristeza pero a la vez una satisfacción y paz profundas.

Lino siente como un aguijón le atraviesa la espalda. Se le escapa una lágrima de sangre. Tomás, sale del lago, el lago Zattania que con su porquería convierte a los hombres en los monstruos que son. Convertido en una horrible cucaracha con aguijón, Tomás le saca el aguijón de la espalda. Lino cae al suelo. Pirata espera de pie. Tomás se acerca a él, arrastrándose, todavía no se acostumbra a su nuevo cuerpo, unas nuevas patas salen de sus costados, pero aun son muy pequeñas, tiene un aspecto baboso.

PIRATA:
No, no merezco la dicha de morir. Yo debo seguir penando en este infierno, igual que tú.
No hay descanso para nuestra alma.

viernes, 17 de octubre de 2008

Zattania Vol.IV

Cuarto volumen.

LA HISTORIA DEL PESCADOR Y LA BESTIA (VOL.IV)

-Neta, te juro que lo vi. En el paseo que nos dieron en el lago.
-No manches Pirata.
-No me creas pues pinche Lino.
-¿Un zombie?
-Sí, en eso se convirtió.
-Chale. Qué mal. ¿Nos pelamos ya?
-Cálmate Lino, el cabrón de Malatesta no llega.
-Pus mejor.
-No.
-¿Por?
-Puede que nos agarre en el camino. Ya sabes como es ese ojete.
-Mmm... ¿Y a ti por qué te encerraron?
-Qué te importa pinche Lino.
-Yo te dije por qué me encerraron a mí.
-¿Y? Sólo a un pendejo lo agarran por asaltar un súper.
-No tenía que darle de tragar a mi hija.
-¿No? ¿Y qué sabes de ella ahora?
-Nada cabrón. Por eso ya quiero largarme de aquí, no se nada de ella.
-¿Cuántos años tiene?
-Pasado mañana cumple diez.
-Está bien morrita.
-Espero que esté bien.
-No llores hombre. Ha de estar bien, ya verás.
-Es que la extraño que la chingada.
-Ahí estarás dándole un abrazo en su cumpleaños. Ya no llores.
-No creo, la neta no creo...
-¿Sabes por qué me dicen Pirata?
-¿Por lo de tu ojo?
-Sí, ¿Sabes como lo perdí?
-¿Cómo?
-Un día llegaron unos pinches azules a mi casa. Vivía con mi jefa. Nos quitaron todo, la casa, muebles, tele, refri, hasta la puta ropa. Le rompí la madre a dos de ellos. Pero el Malatesta me clavo un picahielo en el ojo y así me lo sacó el muy ojete.
-Pinche Malatesta.
-Aparte era pescador.
-¿En Lucrópolis?
-Sí, cuando se llamaba Progreso. Antes de la mierda llamada Archundia.
-Progreso…
-La pesca se convirtió en fábrica, no me dieron chamba por mi ojo. Me encabroné con el mundo, con la gente, con Lucrópolis, con Archundia, con Dios, con todo el pendejo universo.
-¿Y qué hiciste?
-Empecé a secuestrar juniors. Se la pasaban drogados en los antros. Era fácil. Cuando me pagaban el rescate a mí me valía madres y mataba a los chavos, les mandaba los cuerpos hechos pedacitos a los familiares.
-¡Qué te pasa cabrón!
-¿Por qué me pegas pendejo?
-No sabes lo que se siente perder un hijo, no sabes lo cabrón que es no saber donde está, no saber nada de…
-¡Claro que lo sé! Perdí a mi jefa, se la llevaron o no sé…desapareció. Perdí mi casa. ¡Perdí todo! Me quería vengar de todo el mundo.
-¿Y los niños que culpa tienen?
-No son niños güey.
-Los jóvenes, muchachos. ¡Como les quieras decir!
-Son unos pendejos. Se la pasan drogándose, cogiendo, bailando. Vale madres lo que les pase.
-Chingate a los que te chingaron, no a los inocentes.
-No me jodas Lino. No estoy pa sermones.
-Eres una mierda Pirata.
-Vámonos mejor, vámonos ya. A Malatesta o le pico un mosco del lago o se lo chingo el diablo.
-¿Y a dónde chingados vamos a ir?
-Al club punk.
-¿Al club punk?
-Ahí, una que otra banda hace un viaje a Lucrópolis, a dar toquines o no sé qué mamadas. Ya sabes el Archundia y sus pendejadas. El caso es que en los camiones se llevan a algunos ex­-convictos escondidos...
-Pues dale cabrón. Pélale ya.

...

-¿Pirata? ¿Pirata...?
-¿Qué?
-No es cierto, ¿verdad?
-¿No es cierto...?
-¿Tú no le hacías eso a la gente?...
Tú no serías capáz de matar a alguien. Te conozco. Dime la verdad, Pirata.
-Sin querer, entré a ese negocio. Era un hombre el que hacía eso, del cual no quiero recordar su nombre. Era una bestia. Yo era el encargado de vigilar a las víctimas. Cuando podía les daba comida o agua. Estaba ahí en contra de mi voluntad, el cabrón ese del que te hablo, me tenía amenazado. Era un pólitico, de los de confianza de Archundia. Yo no tenía escapatoria, cualquier movimiento en falso y acabaría en Zattania.
-Pero acabaste aquí.
-Empezaron a descubrir...tú sabes, "evidencia". Sin titubear, la bestia esa me entregó.
-Y hete aquí.
-Y heme aquí.
-¿Por qué mentiste? ¿Por qué hacerte pasar por una bestia como esa? ¿Eh? ¿Por...?
-Porque eso es lo que hubiera querido hacer, hubiera querido hacer pedazos a Archundia, Malatesta y a esa bestia.
Ven, vámonos, es por aquí.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Zattania Vol.III

Hola. Tercer volumen.
Salu3. Jer.


¿QUÉ ES LO QUE ARDE DEBAJO? (VOL.III)

Trece años en esta pocilga, me olvidé por supuesto de lo que era vivir en mi lujosa mansión. Me acostumbré al petate nejo que me dieron como cama, me acostumbré a dormir junto a las ratas, los animales, no los rateros. Nuca soporté a los rateros, son los peores pordioseros del mundo. Bueno, les decía, hoy salí y me vestí con mi ropa elegante, me detuvieron saliendo de una fiesta, -putos azules- ja, todavía lo recuerdo y esta ropa que traigo puesta, es la única ropa que me queda. Hasta me da comezón esta ropa tan fina. Me acostumbré a la de la cárcel.
Me gusta mi sombrero, un buen sombrero gángster, cuando la luz ilumina mi rostro, la sombra del sombrero oscurece mi cara, me agrada.
No puedo creer que haya malgastado mi vida encerrado. Lo tenía todo, los hijos de papi de Lucrópolis tenían su coca, su heroína. Maldita suciedad hipócrita, me encerraron por ofrecerles algo que les encanta, algo que los tiene encerrados como locos en esos estupidos centros de integración. Pendejos, no estuvieran ahí si me tuvieran a mí.
Hubiera preferido quedarme adentro, ya me había acostumbrado a su olor, a su comida de cucarachas. Después de lo que voy a hacer no tendré rumbo fijo, no sé qué será de mí. No soy nada sin mi negocio. Ya no soy Rodrigo El Papa, no más. Solo soy Roy como me puso ese pinche Pirata, cabrón mal nacido.

Cómo ha crecido el pueblo, en trece años ya casi es ciudad, tenemos casas, cancha, unidades habitacionales, un hospital hediondo, hasta una sala de conciertos bastante underground y punk por cierto.
Ojalá y algún día crezcamos tanto hasta que nos jodamos a esos putos de Lucrópolis.

¡Qué mierda! Está hirviendo la calle. ¡Puta madre! Las tapas de las coladeras vuelan. ¡Qué hedor! Huele a azufre. Más vale que me apure.
Ésa es la casa de Malatesta. Ahora sí cabrón, te joderé por todo el tiempo que me quitaste.
La puerta está abierta, hasta parece que me está esperando, sabe que muchos quieren vengarse de él. Pero yo, señores tengo los huevos para hacerlo. Rodrigo El Papa se lo va a chingar y sabroso.
Híjole, ahí viene bajando las escaleras, rechinan de viejas.
Me esconderé detrás de este sillón.
¡No! Se va.
Está arrancando su vieja camioneta. Mejor me apuro.
¡Maldita sea! Se fue. Ni corriendo lo alcanzo.
Un tractor…
Ya vio que lo estoy siguiendo… ¡Qué mierda! Está saliendo por la ventana, me está apuntando con su pistola el cabrón. ¡Ah!.
Nunca me habían dado un disparo. A pesar de mi vida criminal.
Quema. Quema el pecho. Pero la bala me dio en la pierna. Estoy boca abajo. El asfalto arde. Creo que me fracturé la columna, no siento mis piernas… Ahí viene Malatesta, escucho sus pasos bajo la tierra. Escucho lamentos bajo la calle ¿Lamentos? Escucho la pistola de Malatesta, está a punto de dispararme. ¿Pero qué son esos lamentos? ¿Qué es lo que arde debajo?
Tiembla, el suelo se mueve como si lo sacudiera un gigante. Escucho a Malatesta gritar, escucho que cae, escucho como si hubiera caído sobre un lago hirviendo. La carretera se está abriendo. Se parte a la mitad. No puedo sujetarme de nada, estoy yéndome al abismo, yo también caigo, el olor a azufre entra hasta mi cerebro, siento que va a estallar.

Ahora ardo en un lago de fuego.

domingo, 12 de octubre de 2008

Zattania Vol.II

Hola. Aquí les dejo el segundo episodio de "Zattania, el camino que no usabas para no mirarlos"
Salu3. Jer.

JIMMY BOY SE INMORTALIZÓ (VOL.II)

Zattania, así lo escribió Jaime, o Jimmy Boy como le decían en la cárcel.
El enorme guardia caminaba, moviendo su macana, observando a los presos.
Los reos construían la carretera a un ritmo pesado, lo hacían con tanto odio que la carretera quedo chueca. Jimmy Boy escuálido y sin playera, como siempre, tres pelos salían de su barbilla, sus ojos parecían huecos, el faro iluminaba parte de su rostro pero sus ojos se mantenían en la oscuridad. El calor sofocante hervía la sangre.
Jimmy Boy, sube ahí y escribe esto. Dijo el guardia con voz de mando.
Jimmy Boy, tomó el papel, hizo un gesto de desagrado.
"¿Qué mierda es esto? Ese es el pendejo nombre de nuestra ciudad. ¿A qué puto se le ocurrió llamarla así?" Jimmy Boy, burlándose como siempre.
El guardia sin bacilar le dio un macanazo en la boca. Una cicatriz más, un golpe más, más sangre. ¿Qué importa?
"No hables así de Archundia. Es el nombre que ordenó y punto." Muy cabrón el guardia.
Jimmy Boy con la arrogancia que lo caracterizaba escupió sangre a los zapatos del guardia.
"Chinga tu madre gorila, ni tú respetas a esa escoria."
El guardia se enfureció y lo golpeó hasta el cansancio. Lo tomó del cuello y lo tiró hasta lo alto del espectacular en blanco, en donde Jimmy Boy escribió: "Bienvenidos a Zattania", en lugar de Satania.
Los demás presos nos carcajeamos hasta más no poder. Jimmy Boy hizo un esfuerzo y alzó las manos triunfante y gritó:
"¡Gorila cara de culo! Esto no es ningún infierno, infierno el de allá, el que viven esos putos hipócritas. Esto es el paraíso y el paraíso se llama Zattania con Z y doble T. Métete esto en tu cabeza. El diablo es Archundia y yo ¡Yo! Hijos de puta, ¡soy dios!."
La macana del guardia voló a una velocidad asombrosa, dio en el cuello de Jimmy Boy con una precisión que nos dejó a todos atónitos. Jimmy Boy vomitó como dos litros de sangre en un segundo, después cayó desde el espectacular al suelo y se escuchó como un estruendo el tronar de sus huesos, su cráneo se abrió como cuando se parte una nuez. Pero Jimmy Boy sigue ahí, sí, ahí, en el anuncio, inmortalizado junto con el nombre del pueblo. Pero no solo se inmortalizó ahí…
El guardia bien pudo cambiar el nombre pintado en el anuncio, de hecho así lo pensó, pensó eliminar esa burla de su reputación, pero el honorable presidente Archundia no quiso gastar un centavo más en una sola gota de pintura roja para escribir Satania y borrar Zattania.
Jimmy Boy estuvo en coma en la enfermería de la cárcel, un día, nada más un día. Después desapareció. Los de la basura lo encontraron en el lago contaminado de deshechos tóxicos. Ahí estaba el cuerpo de Jimmy Boy, mutilado, hecho trizas. El guardia nunca más se apareció por Zattania. Fue como si se lo hubiera tragado el infierno.
Jimmy Boy se inmortalizó convirtiéndose en zombie, no un zombie irracional que come carne humana. En un zombie que piensa como humano, como Jimmy Boy. Y lo único que come son cucarachas de la inmundicia que flota en el lago Zattania.
Te lo juro, yo lo vi.

jueves, 9 de octubre de 2008

Zattania

ZATTANIA
El camino que no usabas para no mirarlos.


Hola, hola. Bienvenidos sean todos a ese rincón. He aquí la primera historia titulada "Zattania" que consta de seis episodios. Empezaremos con este volúmen I. Es una historia retorcida, obscura y hermosa ja, pues sólo disfruten y déjense llevar, se valen críticas y todo lo que les dé la gana dejar :).
Chido. Salu3. Jer.


LUCRÓPOLIS, SU BRILLO Y SU BASTARDO (VOL.I)

…y el cálido relato se tornó grotesco.

Zattania era un pequeño poblado detrás de los cerros. Allí vivían o más bien penaban héroes olvidados, monstruos, mutantes, almas solitarias con un pasado, un pasado alegre…“quizá” en la ciudad vecina “Lucrópolis”. De esa gran metrópoli eran todos ellos, allí vivían muy bien, eran buenos ciudadanos y todos trabajaban a favor de la sociedad. Algunos empezaron a tener cambios de ideas, quisieron experimentar otras maneras de pensar, de vivir. Otros se dejaron llevar por su lado oscuro, optaron por arrojarse a la violencia, al crimen. El primer edificio del poblado de Zattania fue una cárcel, el director de dicha cárcel era un policía violento y borracho. Él era incorruptible, pero una sociedad como la de Lucrópolis no podía soportar entre sus ciudadanos a un policía violento y mucho menos borracho. Así que mandaron a construir la lúgubre y enorme cárcel Satania. Por las fechas en que el General Archundia decidió elegirse a sí mismo como presidente, quien comenzó a construir grandes fábricas, grandes plazas, colegios privados, empresas enormes. Era el verdadero progreso. La gente estaba contenta. Pero hubo gente que fue apartada, por sus ideas o su apariencia no encajó con la brillante sociedad que emergía de aquel pequeño pueblo antes llamado Progreso. Esa gente, moría de hambre, moría por enfermedades que no podía curar a falta de dinero. Moría de olvido.
Paralelamente a la industrialización comenzó el caos. Crimen, asesinatos, robos, violaciones. El lado primitivo del hombre salió a la luz. Los medios callaban, la gente aterrada pedía ayuda. El gran imperio de Archundia podía desmoronarse. ¿Qué faltaba en la ciudad? Había plazas, fábricas, escuelas, hospitales. La gente vivía feliz, pero ¿dónde mandar a esa gente que podría la manzana de la felicidad?, ¿Dónde mandar a todas esas larvas? ¿Dónde encerrarlas? Los obesos consejeros de Archundia actuaron enseguida, ¿Cómo habían sido tan ilusos, al olvidar lo que faltaba? Sí, una cárcel, una enorme y jodida cárcel a donde encerrar a todos esos jodidos engendros. Pero…no iban a manchar una ciudad tan elegante como Lucrópolis, no, en Lucrópolis no. Detrás de los cerros de la gran metrópoli, donde hace un calor endemoniado, donde hay niebla que destroza los huesos, ahí el ambiente es desértico y a también llueve a cantaros, retorcido e irónico como la vida misma. La gran prisión Satania fue construida. Los criminales y demás engendros, encarcelados. Mandaron de guardias a los policías más viejos o a los más jóvenes a hacer sus prácticas. Le ordenaron al oficial Malatesta que dirigiera la prisión. A él no le importó ¿Qué más daba? No tenía nada que perder, sus padres murieron, sus hermanos dirigían las fábricas más importantes de Lucrópolis. Estaba solo. Solo como las almas que ahora penan en Zattania.

lunes, 6 de octubre de 2008

Bienvenidos a las entrañas!

Hola!

Pues, bienvenidos...a los que no tengan nada que hacer y vaguen por internet y se topen con este rincón. Aquí les contaré una que otra historia y de vez en cuando (cuando no este ocupado -ja- o con hueva) les recomendaré buenas películas, rolas, libros!
Ojalá y les lata y si no pus, nomás cierren la ventana y vean porno o vayan al cine a ver buenas historias :) jiji.

salu3

Jer.